Repunta violencia en Canadá con armas de fuego

Deisy Francis Mexidor

La Habana (PL) Canadá cierra 2018 con un repunte de la violencia con armas de fuego, fenómeno atribuido al incremento del número de pandillas en grandes ciudades como Toronto y a la creciente circulación ilegal de esos medios letales.

La agencia gubernamental Statistics Canada reveló que más de un tercio de los homicidios en el país de Norteamérica se ejecutan con armas y las cifras desatan la alarma.

El Gobierno de Justin Trudeau celebró en Ottawa el pasado mes de marzo la llamada Cumbre de Armas y Violencia de Bandas, a la que asistieron 180 expertos, quienes intentaron encontrar soluciones a la problemática.

Para el ministro de Seguridad Pública, Ralph Goodale, es urgente acabar con «la plaga de los crímenes con armas y la violencia de las pandillas».

Llama la atención, y constituye un elemento novedoso, que las pandillas delictivas en Canadá, las cuales antes accedían a sus armas mediante el contrabando proveniente de Estados Unidos, ahora las obtienen a través de un «mercado negro» nacional, a partir de propietarios legales que se las venden a cambio de una jugosa ganancia al momento.

La administración federal anticipó que invertirá 327,6 millones de dólares en el próximo lustro y destinará otros 100 millones por año cuando acabe el primer periodo para tratar de revertir el escenario.

De acuerdo con el funcionario federal, los fondos respaldarán los esfuerzos de prevención e intervención comunitaria, la recopilación de inteligencia, el aumento de la seguridad fronteriza y la educación, así como la divulgación, especialmente en áreas urbanas y de pueblos originarios.

«Si bien las tasas generales de criminalidad en Canadá son mucho más bajas que hace décadas, los homicidios, los delitos con armas de fuego y la actividad de pandillas han ido en constante aumento», expresó el titular.

De hecho, «los homicidios con armas se han doblado en los últimos cuatro años y más de la mitad están vinculados a las pandillas», insistió Goodale.

Toronto, capital de la provincia de Ontario y la urbe más populosa de Canadá, figura entre los territorios donde se registraron los hechos que más conmocionaron al país en 2018.

A finales de junio dos populares cantantes de hip-hop: Jahvante Smart, conocido artísticamente como Smoke Dawg, de 21 años de edad, y Ernest «Kosi» Modekwe (Koba Prime), de 28, fueron asesinados en esa urbe, a la entrada de un concurrido local nocturno y frente a decenas de personas.

A mediados del propio mes, otra balacera en el noreste de la misma ciudad provocó heridas graves a dos niñas que jugaban en las inmediaciones de un parque.

Menos de un mes después, la noche del 22 de julio, dos personas perdieron la vida y 12 resultaron heridas en la avenida Danforth, cuando un hombre armado -muerto en el incidente-  abrió fuego en un área de restaurantes en un barrio griego de Toronto.

El alcalde citadino, John Tory, señaló que la masacre resultó la «evidencia de un problema con las armas» y criticó que los ciudadanos pudiesen conseguirlas con «demasiada facilidad».

Entre las medidas anunciadas entonces por Tory para reducir la violencia estuvo el desplegar 200 agentes adicionales para patrullar las calles durante la madrugada y los meses veraniegos.

Pero algunos expertos dudaron que esa presencia policial realmente tuviera un efecto en las verdaderas causas de la violencia, que no pocos vinculan también con la pobreza en determinados sectores de la población.

A juicio de la organización For Youth Initiative, una mayor presencia policial en la ciudad no aliviará la situación y sí aumentará la alienación de los jóvenes en situación de riesgo.

«Las respuestas más inteligentes a la delincuencia no empiezan con inundar las calles con agentes», sino que es necesaria una mejor planificación, recopilación de información y trabajo con la comunidad, consideró el académico Paul McKenna, asesor de la Policía de Toronto, citado por medios locales.

La dinámica metrópolis sufrió más de 200 hechos violentos con armas de fuego en 2018, que provocaron alrededor de una treintena de víctimas fatales y un número significativo de lesionados.

Toronto calificó además como la ciudad más violenta del país con una tasa de 3,3 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Resulta de interés que en la provincia de Ontario, casi a diario un niño o un joven es impactado por arma de fuego, destacó un estudio del Institute for Clinical Evaluative Sciences, publicado a finales de 2017 en el Canadian Medical Association Journal.

Mientras, anualmente, un promedio de 355 personas sufre heridas por similares causas, entre niños y adultos, de los cuales del 23 al 25 por ciento terminan en muerte, reflejó la investigación.

A mediados de este año el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, abogó por endurecer el control de las armas de fuego cortas y de asalto, sin descartar la posibilidad de prohibirlas totalmente en el país.

En una entrevista concedida a la emisora 98.5 FM de Montreal, Trudeau dijo que su gobierno busca diferentes alternativas para abordar esta situación que calificó de inaceptable.

Durante su campaña electoral en 2015, el actual gobernante prometió sacar las armas de las calles, pero tres años después de aquel compromiso los defensores del control de esos artefactos lo criticaron por no haberlo cumplido.

Ello es motivo de preocupación para los liberales y una fuerte razón para que la administración Trudeau intente hallar una solución al tema por la cercanía de las elecciones federales, previstas para octubre de 2019.   La Coalición para el Control de Armas de Canadá culpa al anterior Gobierno de Ottawa, del conservador Stephen Harper, por la cantidad de pistolas y armas semiautomáticas presentes en las principales urbes de ese norteño país.

Harper aprobó una ley que eliminó el registro de rifles y escopetas, destruyendo los archivos de seis millones de armas, así como los controles de las ventas que existían desde 1977.

Además, dio luz verde a una iniciativa legislativa que «relajó los controles sobre armas restringidas y prohibidas, incluidas pistolas y armas militares de asalto», añadió el grupo defensor de esas medidas.

Justo, en la segunda mitad de 2018, Ottawa incentivó una consulta pública sobre la prohibición de armas y un proyecto de ley (C-71) fue sometido a examen en el Parlamento.

De convertirse en ley, la medida exigirá mejorar las verificaciones de antecedentes de los compradores de armas y obligará a los vendedores a conservar los registros de cada operación comercial que realicen.

Según Trudeau, la ley limitará «el acceso fácil que tienen los criminales a las pistolas y las armas de asalto», lo que favorecería una vieja demanda.

Como promedio, en Canadá seis de cada 10 crímenes violentos con armas de fuego se cometen con una pistola, arrojan estadísticas de prensa.

Por su parte, fuentes afines cifran en 12.7 millones de armas cortas y largas en manos de los canadienses, o sea, 35.7 por cada 100 habitantes.

Así que la creencia de que en Canadá no hay un gran problema con las armas de fuego solo es una percepción válida para quienes tomen como punto de comparación lo que ocurre en Estados Unidos.

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